Un entorno propicio
El litoral vasco ha contado prácticamente con todos los recursos
naturales necesarios para construir barcos. El roble,
abundante en nuestros bosques, ha sido siempre la primera
opción de los carpinteros de ribera. Su madera es robusta y,
a su vez, muy resistente a la exposición alternante al agua y
al aire. El roble es también generoso en formas tortuosas y
lineales, ofreciendo toda la gama de formas de las piezas
navales que componen un barco.
El excelente mineral traído de Bizkaia era procesado en las
numerosas ferrerías diseminadas por la vertiente marítima
de nuestra geografía. Éstas aprovechaban la fuerza hidráulica
de los ríos y se alimentaban del carbón vegetal producido
en los extensos bosques. La combinación de mineral,
energía y combustible permitió el desarrollo de una próspera
industria siderúrgica, sustentada en gran medida en la
construcción naval.
La geografía montañosa de Euskal Herria permitía disponer de
una gran variedad de especies arbóreas diferentes, repartidas por
sus laderas. Además de la abundancia de robles, la madera predilecta en los astilleros, otras especies como el haya, el castaño,
fres-no, nogal, abeto, acebo… eran también empleadas para elaborar
remos, poleas, mástiles, etc. © José Lopez
Cursos de agua. La elevada pluviometría y los fuertes desniveles
de nuestra tierra producirán la energía hidráulica necesaria
para activar los martinetes y fuelles de las ferrerías. © José Lopez
Carbón vegetal. Las piezas navales se desbastaban en los bosques.
Este proceso producía grandes cantidades de leña, que era
aprovechada para producir carbón. El carbón era imprescindible
para alimentar los hornos de las ferrerías. © José Lopez
Ferrería de Agorregi. El mineral de hierro extraído de las minas
vascas era elaborado industrialmente en las ferrerías gracias a la
abundancia de energía hidráulica y carbón. Estrechamente relacionada
con la actividad marítima, la producción de hierro ha
ver-tebrado la economía vasca durante siglos. © José Lopez
A partir del siglo XVIII, el hayedo-abetal de Irati ha proporcionado
excelentes materiales para la construcción naval. Sus enormes
abetos se destinaban a la fabricación de mástiles para las fragatas
y navíos de los astilleros reales, y las hayas suministraban
material para confeccionar remos. © José Lopez
Las hayas proporcionan madera larga y recta, adecuada para las
quillas. Aunque la madera de haya no resiste bien la alternancia de
agua y aire, su empleo para la elaboración de la quilla de los barcos no sufría este inconveniente, al estar permanentemente sumergida. © José Lopez
Roble trasmocho. El ganado que pastaba en los bosques destruía
los brotes y retoños de los árboles. Ello condujo al desarrollo
de una forma peculiar de gestionar los bosques. Los árboles eran
podados a cierta altura, de modo que el ganado no pudiera acceder
a las jóvenes ramas que reemplazarán a las recién taladas. Las jóvenes
ramas serán guiadas con el objeto de que, al crecer, proporcionen
las formas deseadas para la construcción naval. © José Lopez
Robles cultivados. Todas las partes del roble podían ser
empleadas para proveer los diferentes tipos de piezas navales que
componen un barco. © José Lopez
Robles cultivados. © José Lopez
Ferrones en la ferrería de Mirandaola, Legazpi. © José Lopez
Una parte importante de la producción de las ferrerías iba destinada
a satisfacer las necesidades de clavazón, anclas y armas
para los barcos. © José Lopez