Fragatas. Siglos XVII-XVIII
Durante la segunda mitad del siglo XVI surge el galeón agalerado, como fruto de los experimentos que buscan un nuevo tipo de nave de guerra. Este híbrido de propulsión a remo y vela no satisfará las expectativas de sus promotores, debido a la dificultad de combinar el espacio de los remeros y el de la artillería en una misma cubierta. Sin embargo, esta tipología, condicionada por las exigencias de la propulsión a remo resultó muy velera: sus líneas de agua eran muy hidrodinámicas y la obra muerta sin arrufadura no era frenada por el viento de proa. Abandonado el remo, las innovaciones del casco se fueron desarrollando, materializándose en lo que se dio en denominar fragata, que se desarrollaría plenamente durante el siglo XVIII.
Galeón a remo. Nave de 200 toneladas probablemente construida en San Juan de Luz, hacia 1565. Arbolaba tres mástiles y 22
remos por banda. Se trata del típico galeón del Golfo de Bizkaia,
pero notablemente más estilizado, con una quilla mucho más lar-ga
respecto a la manga. En esta nave se puede apreciar una drásti-ca
reducción de la obra muerta, inicialmente con el objeto de alige-rar
el trabajo de los remeros. Posteriormente se observaría que es-tos
cambios suponían una ventaja también en la navegación a vela. © José Lopez
Fragata de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. Las
fragatas mercantes guipuzcoanas fueron la clave del éxito de la
Compañía. Consolidaron el transporte transatlántico y la economía
de la provincia en una época en la que era rara la travesía del
océano sin sufrir el acoso de piratas, corsarios o armadas hostiles.
Las veloces fragatas guipuzcoanas demostraron su calidad frente a
sus enemigos y competidores. © José Lopez
Hembra de rabihorcado, Fregata magnificens, ave marina de
gran envergadura. Comúnmente conocidas como fragatas, se caracterizan
por ser muy veloces y agresivas; son las aves que han
dado nombre a estos elegantes navíos que combinan una gran velocidad
con una extraordinaria maniobrabilidad. © José Lopez
Las fragatas y los navíos llegaron a compartir un aparejo y un
perfil bastante similares. Sin embargo, era fácil distinguir a las fragatas
por el hecho de estar dotadas de una sola hilera de cañones.
Se aumenta el número de velas con la adopción de las velas triangulares
dispuestas entre los palos, lo que mejorará notablemente la
capacidad de navegar contra el viento. © José Lopez
La fragata tiene un perfil raso y una sola cubierta de artille-ría.
Al bauprés se le añade un botalón para aguantar la jarcia y los
recién adoptados foques. Ante el aumento de la jarcia la vela de
mesana latina resulta engorrosa y, a finales del siglo XVIII, será
sustituida por una cangreja. © José Lopez