Embarcaciones monoxilas
Estrabón, al referirse a los habitantes de la costa en el Gol-fo
de Bizkaia apunta respecto a sus embarcaciones que “an-tes
de la expedición de Bruto (138-137 a. de C.) no tenían más
que barcas de cuero para navegar por los estuarios y lagunas
del país, pero hoy se usan ya bajeles hechos de un tronco
de árbol, aunque su uso es raro”.
Este tipo de embarcaciones, denominadas monoxilas al estar
hechas de una sola pieza de madera, han existido en casi todos
los lugares de Europa donde ha habido árboles de diámetro
suficiente para que, una vez labrado su interior, pudiera
ese espacio acomodar a una o varias personas. Euskal He-rria
no ha sido una excepción y esta modesta embarcación ha
sido la más longeva de nuestro litoral, habiendo existido
hasta el siglo XIX; la iconografía y la arqueología nos revelan
que esta tipología era muy utilizada en el río Aturri.
La operación consiste en el vaciado de un tronco de roble,
des-bastándolo con hacha y luego ahuecándolo con azuelas. En
algunos casos se refuerza la estructura labrando unos contrafuertes
a modo de cuadernas, que le dan más fortaleza contribuyendo
también a evitar su deformación. La utilización de este tipo de
embarcación se reducía a ríos y estuarios, dado que sus condiciones
de navegabilidad eran reducidas debido a su escasa estabilidad.
Se impulsaban con pértiga o con pagayas. © José Lopez
Remo utilizado en la réplica de la canoa. © José Lopez
Hacha de hierro. Siglo XIX. © José Lopez
Roble. Quercus robur. © José Lopez
Las primitivas embarcaciones monoxilas del Neolítico eran elaboradas
generalmente a partir de troncos de coníferas, debido a que
su tierna madera podía ser trabajada fácilmente con herramientas de
piedra. El posterior empleo de los metales en las herramientas, en
especial el hierro, facilitó el corte y la labra de troncos de roble, cuya
dura madera es mucho más resistente en el medio acuático. © José Lopez
Réplica de la canoa expuesta en el Museo Vasco de Baiona
realizada por la asociación Albaola. Para su construcción se emplearon
solamente herramientas manuales y se necesitaron aproximadamente
360 horas de trabajo. Tras su botadura se probó en el
agua, revelándose apta para tres tripulantes. © José Lopez
Canoa monoxila hallada en las orillas del río Aturri, que se
conserva en el Museo Vasco de Baiona. Se estima que corresponde
al siglo XVIII y es el testimonio de una tecnología que se ha
venido utilizando a lo largo de más de dos milenios. © José Lopez
Las primitivas embarcaciones monoxilas del Neolítico eran elaboradas
generalmente a partir de troncos de coníferas, debido a que
su tierna madera podía ser trabajada fácilmente con herramientas de
piedra. El posterior empleo de los metales en las herramientas, en
especial el hierro, facilitó el corte y la labra de troncos de roble, cuya
dura madera es mucho más resistente en el medio acuático. © José Lopez
Hacha de piedra del Paleolítico. © José Lopez
Esquema que muestra la transformación de la canoa monoxila,
dando origen a una embarcación de mayor porte. © José Lopez
Embarcación de transporte representada en el álbum de Jouve, de
1679, empleada hacia finales del siglo XVII para remontar el Aturri y
sus afluentes, comunicando Baiona y la costa con el interior. Se trata
de una embarcación de costados monoxilos unidos con piezas intermedias
con el objeto de obtener una manga mayor, superando así el
límite impuesto por el diámetro del árbol. © José Lopez
Pino silvestre. Pinus silvestris. © José Lopez