El Galeón. Siglos XVI-XVII
En tiempos de conflicto las naos mercantes vascas solían ser
embargadas por el rey, para ser posteriormente adaptadas
para la guerra. A mediados del siglo XVI se empieza a desarrollar
un tipo de nao de carácter bélico. La presencia de
corsarios y piratas constituía una verdadera amenaza para
los intereses de la Corona española, y la lucha por mantener
el monopolio de la Carrera de Indias provoca la aparición
del galeón. Eran cajas fuertes flotantes que se desarrollaron
con la intención de proteger el oro y la plata.
El galeón, dotado de muchos cañones, será fuertemente
construido para resistir los impactos de artillería, y tendrá
proporcionalmente más eslora que la nao clásica para ganar
velocidad. El galeón surge del concepto de comercio armado
y por primera vez unas ordenanzas reales dictarán a los
constructores navales vascos nuevas proporciones que se
aplicarán en el arte de la construcción naval.
Detalle de un mapa de Jodocus Hondius, de 1606. Legiones
Bis-caiae et Guipuscoae typus (Atlas del Mundo Mercator /
Hondius). © José Lopez
Cada vez eran más frecuentes las levas de naos civiles destinadas
a crear armadas de guerra para la Corona española, con el
fin de mantener su dominio marítimo sobre holandeses e ingleses.
Esto resultaba perjudicial para el comercio y las pesquerías de
Te-rranova, desmotivando a los inversores particulares, por lo que
no se construían suficientes naos mercantes. Todo ello propició
que la Corona creara una marina de guerra propia, compuesta de
barcos especialmente concebidos para el combate. Como consecuencia
del desastre de la Armada Invencible el comercio marítimo
vasco entró en una profunda crisis. © José Lopez
El incremento de la artillería en los galeones, diseñados mediante
los mismos procedimientos geométricos aplicados a la concepción
de naos de carga, provocaba problemas de estabilidad
debidos al enorme peso de los cañones en las cubiertas altas. A lo
largo de todo el siglo XVII se hicieron ensayos para corregir ese
defecto, con mayor o menor fortuna. © José Lopez
Nª Señora de la Concepción y de las Ánimas, armado con 90
cañones. Para su construcción fueron contratados 500 carpinteros
guipuzcoanos. © José Lopez
Nao de Joan de la Salde (tesorero del rey) fabricada en Orio
en 1578 por el maestre Antón de Yerobi para el transporte de caudales
en la Carrera de Indias. El nuevo cometido de custodiar las
riquezas procedentes de América propició modificaciones en las
naos mercantes, que más tarde evolucionarían hacia el galeón. © José Lopez
En 1608 la Corona española dicta las proporciones obligatorias
para todos los barcos que deben participar en la Carrera de
Indias, con gran disgusto de los constructores vascos, que aducen
que las naos de la nueva traza tienen menor capacidad de carga
que las tradicionales, de probado éxito comercial. Las necesidades
defensivas de la Corona prevalecen, aunque las Ordenanzas se
suavizan en 1613. © José Lopez
Evolución en los espejos de popa; de la silueta definida del
galeón hacia las nuevas formas que darán paso al navío. © José Lopez
Entre 1687 y 1690 Antonio de Gaztañeta dirige la construcción
de la Capitana Real – Nuestra Señora de la Concepción y de
las Ánimas–. En su trabajo –Arte de fabricar Reales– describe con
gran detalle su construcción. Este gran galeón resultó innovador
para su tiempo. © José Lopez
Aumenta la solidez y, como consecuencia, el peso de la estructura,
al que hay que añadir el sobrepeso de la artillería. Ello
derivó en el incremento de la eslora y de la superficie vélica con
el desarrollo de los juanetes. Estos cambios fueron necesarios para
compensar el sobrepeso y aumentar la velocidad. © José Lopez