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El trabajo artesanal del hierro y las organizaciones gremiales

75. Llave-pistola del siglo XVI, Museo de Armas de Eibar.
75. Llave-pistola del siglo XVI, Museo de Armas de Eibar.

76. Enganche de ballesta del siglo XV.
76. Enganche de ballesta del siglo XV.


74. XV. mendeko lantza.
74. Lanza, siglo XV.
79. Armadura. Marquesado de Falces.
79. Armadura. Marquesado de Falces.
Sin duda, la importancia metalúrgica de Gipuzkoa está en la génesis de no pocos oficios especializados en la manipulación y manufactura de objetos férricos o aleaciones del mismo que han sido la base del desarrollo posterior del territorio. Por ello, al hablar del hierro en Gipuzkoa es obligado abordar el tema de la fabricación de armas, objetos de defensa y ofensa. La abundancia y calidad de la materia prima -obtenida en en el propio territorio- y la destreza y experiencia en su manipulación, justifica la importancia que el sector cobró progresivamente y su reconocimiento en todo el Estado. De esta forma, la proliferación de talleres y artesanos atrajo a estos lugares los primeros grandes contratos de suministro a la Corona, lo que traería como consecuencia la aparición de las Reales Fábricas de Armas. Repasemos sus hitos más importantes.

Ya en el siglo XV el área guipuzcoana, y en concreto los talleres y grupos gremiales del bajo valle del Deba, reciben los primeros encargos. La demanda creciente de la corona, empeñada en el mantenimiento y defensa de un gran imperio europeo y ultramarino, aconsejó la organización regular del sistema de asientos, dando lugar a la aparición de las Reales Fábricas. Estas no eran un lugar o construcción concreta, sino una organización gremial jerárquica y especializada que se desarrollaría entre los siglos XVI al XVIII.

77. Casco de principios del siglo XVII.
77. Casco de principios del siglo XVII.
Sus antecedentes se hallan en la fabricación de armas blancas, que además se simultaneó durante todo el periodo junto a la de armas de fuego. Picas, pavesas, lanzas, corazas, capacetes, celadas y todo tipo de elementos de armadura se fabricaban por todo el territorio en pequeñas fraguas, al lado de trabajos de espadería, cuchillería, tijerería, etc. En esta actividad, el destacado papel que jugó el Deba sólo se vió parcialmente ensombrecido por la Real Fábrica de Armas Blancas de Tolosa, creada en 1616, tras el cierre de la de Eugi (Navarra). Esta organización concentró los esfuerzos de un buen número de artesanos del entorno que conseguían así un contrato fijo con el Estado para canalizar sus productos. A pesar de ello, el Deba mantuvo una presencia efectiva en armas blancas, y continuó fabricando morriones, corseletes, tachuelas, bayonetas, picas, etc. Además, las armas cortas y menores seguían estando representadas y destaca en este aspecto la bien organizada cofradía de cuchilleros de Bergara, dotados de ordenanzas ya desde 1535.

73. El trabajo de los herreros alcanzó cotas de alta especialización, con multitud de productos manufacturados que cubrían las más diversas demandas: armas, armaduras, cuchillos,  clavazón, bisagras, cerrajería... En la ilustración un vasco del XVI con lanza y casco, (grabado de G. Usnaglio 1566).
73. El trabajo de los herreros alcanzó cotas de alta especialización, con multitud de productos manufacturados que cubrían las más diversas demandas: armas, armaduras, cuchillos, clavazón, bisagras, cerrajería... En la ilustración un vasco del XVI con lanza y casco, (grabado de G. Usnaglio 1566).
Sin embargo, será la fabricación de las armas de fuego a partir de las primeras décadas del siglo XVI, la que caracterizará la fuerte personalidad al área oriental del territorio. La aparición del arcabuz constituyó el revulsivo específico que impulsó su desarrollo y en concreto, su presencia regular en los municipios de Ermua, Eibar, Elgoibar, Soraluze y Bergara. La consolidación vendría ratificada con la creación de las mencionadas Reales Fábricas en 1573, cuya demanda provocaría la expansión de los asociados hacia otros municipios.

Se organizaban por el sistema de asientos: es decir, contratos directos de suministro con los representantes de la monarquía, donde se especificaba el tipo, número y características del arma. La corona se encargaba de asegurar el aprovisionamiento de materias primas, controlaba todo el proceso y contaba con un conjunto de veedores y examinadores que probaban los componentes y, una vez aprobados, se encargaban de almacenarlos para su posterior expedición. La sede de estas operaciones se fijó en Placencia-Soraluze, donde se localizaron los probaderos y Almacenes, conocidos bajo el nombre de Errege-etxe.

78. Puerta de forja, siglo XVI.
78. Puerta de forja, siglo XVI.
Los diputados gremiales concertaban los pedidos y distribuían entre los artesanos su ejecución, controlando plazos de entrega, calidad y pagos. Porque el arma de fuego no era un producto elaborado de principio a fin en uno sólo de los talleres dedicados a este ramo. Cada pieza era labor de cuatro gremios diferenciados, representados en casi todos los municipios de la comarca y zonas inmediatas (como el alto Ibaizabal en Bizkaia). Sus funciones estaban claramente definidas: cañonistas (encargados de elaborar el cañón del arma), llaveros (para las "llaves", mecanismo que permite el disparo), aparejeros (montaje y ensamblaje de las piezas de los anteriores), y cajeros (que dan el acabado final). .

82. La especialización armera ha sido una de las señas de identidad del territorio, en especial ha marcado el pasado y la evolución de la cuenca del Deba.
82. La especialización armera ha sido una de las señas de identidad del territorio, en especial ha marcado el pasado y la evolución de la cuenca del Deba.
83. Pistola de chispa, siglo XVIII.
83. Pistola de chispa, siglo XVIII.

80. Fusil, siglo XIX, Museo de Armas de Eibar.
80. Fusil, siglo XIX, Museo de Armas de Eibar.
81. Fusil de pistón del siglo XIX, utilizado en las guerras carlistas.
81. Fusil de pistón del siglo XIX, utilizado en las guerras carlistas.
Coyunturalmente las Reales Fábricas sufrieron altibajos en su producción y, tras el esplendor del siglo XVI, el XVII representó una profunda crisis de la que no se saldría hasta el XVIII, una nueva fase de bonanza que se cerró con las destrucciones causadas por la Guerra de la Convención. Desaparecido el sistema de Reales Fábricas, muchos operarios especializados emigraron hacia otras áreas (Zaragoza, Trubia, Sevilla...) y otros buscaron sin descanso la reactivación del sistema. La preponderancia de Soraluze se vería cuestionada, en especial por Eibar, donde sus emprendedores artesanos establecieron a lo largo del siglo XIX los cauces de renovación necesarios que auspiciarían el desarrollo de la moderna industria del sector.


88. Tijeras para esquilar ovejas.
88. Tijeras para esquilar ovejas.


87. Azada.
87. Azada.


86. Trinchante de cantería.
86. Trinchante de cantería.


84. Fraguas y herrerías surtieron las necesidades cotidianas: layas, azadas, rejas de arado, palas, picos, azadones, guadañas, sartenes, calderos, herraduras... salieron de sus talleres para cubrir el mercado local y ultramarino.
84. Fraguas y herrerías surtieron las necesidades cotidianas: layas, azadas, rejas de arado, palas, picos, azadones, guadañas, sartenes, calderos, herraduras... salieron de sus talleres para cubrir el mercado local y ultramarino.
Junto a la actividad de los armeros, martinetes, fraguas y herrerías siguieron surtiendo a lo largo de todo el periodo las más diversas necesidades de la vida cotidiana, tanto para el mercado interior como para el ultramarino. Layas, azadas, rejas de arado, palas, picos, azadones, guadañas, sartenes, rejería, calderos, clavazón, herraduras, y toda clase de utensilios se producían bien a título particular o bien organizados expresamente en gremios, extendiéndose por toda Gipuzkoa, pues casi cada pueblo o comunidad caconsejó la organización regular del sistema de asientos, dando lugar a la aparición de las Reales Fábricas. Estas no eran un lugar o construcción concreta, sino una organización gremial jerárquica y especializada que se desarrollaría entre los siglos XVI al XVIII.

Su trabajo se hallaba regulado por el uso y costumbre de los gremios especializados, y estructurado por el organigrama de maestro, oficiales y aprendices. El primero era habitualmente el propietario de la oficina o taller o bien el arrendatario del mismo, individuo cuya habilidad y conocimiento eran el garante del negocio. Para llevar a cabo su tarea contaba con el concurso de operarios especializados, los oficiales, cuya experiencia ya estaba probada y trabajaban por una soldada concreta más el "placeraje", una especie de prima de productividad. El último escalón lo ocupaban los aprendices, quienes servían a un maestro por un mínimo de tres años, a cambio de comida, alojamiento y vestido. Tras el periodo de aprendizaje, y previo examen del gremio o maestro, podían alcanzar la categoría de oficiales y contratar su tarea a jornal.

89. Lauortza, especie de arado para trabajar la tierra.
89. Lauortza, especie de arado para trabajar la tierra.


85. Hacha de carnicero.
85. Hacha de carnicero.


90. Layas.
90. Layas.


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