Pero en este mismo año de 1901 se funda La Cerrajera Guipuzcoana, también en Arrasate-Mondragón, y pronto comienza a rivalizar con su homónima Vergarajauregui, Resusta y Cía en el ámbito de la ferretería. Esta situación de competencia a nivel de igualdad, además de la mutua conveniencia de complementarse para reforzar la producción y moderar los costes, propicia la fusión de ambas empresas en una única sociedad: Unión Cerrajera (1906).
Una y otra aportaron terrenos e instalaciones en Arrasate-Mondragón, Bergara y Aretxabaleta. Nacía así una empresa excesivamente atomizada que hubo que racionalizar potenciando dos focos exclusivamente: el de Zaldibar y Altos Hornos de Bergara. A los primitivos crisoles al carbón vegetal le siguieron tres hornos Siemens Martin -1906, 1912, 1914-, encargados de transformar el lingote en acero, acero que posteriormente trabajaban los talleres de Arrasate-Mondragón y Aretxabaleta.
Desde entonces contó el valle del Deba con una empresa integral que, partiendo del mineral, dominaba todo el proceso de fabricación, con una amplia gama productiva que abarcaba desde la cerrajería hasta estufas, planchas de ropa o soportes galvanizados, pasando por los tirafondos y tornillos para ferrocarriles, piezas de arado, etc. Los elevados costes en la producción del lingote y la mayor competitividad de los fabricados en las siderurgias vizcaínas, disuadieron muy tempranamente a los responsables de Cerrajera de prolongar esta fase del proceso que, en definitiva, planteaba mayores inconvenientes que ventajas. Así, a partir de 1928 el lingote llegaría procedente de Altos Hornos de Vizcaya.
Abandonada la fabricación del lingote, desaparecieron primero los hornos altos y desde 1962 también los Siemens, sustituidos por nuevos hornos eléctricos. El antiguo centro productivo, a un lado de la carretera Madrid-Irun, con sus oficinas, capilla, escuelas y casas para obreros, se destinó exclusivamente a laminación.