Elkano de Aia es una de las aldeas más bellas de Gipuzkoa. Sin carretera hasta no hace demasiados años, había que llegar hasta ella a través de las laderas de Indamendi. Vista desde la ermita de Santa Cruz, la peregrina silueta de Elkano sorprendía y atraía al mismo tiempo.
Sí, Elkano se nos presentaba como una pequeña fortaleza, mostrando su chiquita y desafiante torre de la iglesia, con su a modo de matacán mirando al caminante que traía la ruta del Urola camino de las tierras bajas de Zarautz.
En el interior de la iglesia, una imagen de San Pedro preside el retablo. Empotrado en la pared, el sagrario dibuja el relieve de su línea arcaizante. Actualmente el templo carece de pila bautismal y de cementerio, pero los viejos dicen haber oído contar a sus abuelos que, en la antigüedad, esta iglesia de Elkano fue la primitiva parroquia de todos los contornos, más arcaica incluso que los templos de Zarautz, de Getaria y de Aia, y que tenía el camposanto adosado a uno de sus muros de arenisca. Sea como fuere, lo cierto es que en unas recientes obras de restauración se localizaron enterramientos en el suelo de esa parroquia.
Estas referencias tan remotas animan a pensar que Elkano de Aia se encontraba al paso de dos rutas importantísimas. Una de ellas, la que venía de Navarra por el monasterio de San Salvador de Olazábal atravesando el macizo de Ernio, y una segunda que llegaba desde los valles del Deba y del Urola, marchando a la búsqueda del puerto de Getaria.
Para determinar la antigüedad de Elkano bien merece la pena recordar que los "gentiles", los gigantes de la Mitología Vasca, aparecen en este apartado lugar de Kostaldea en la leyenda que recogí allí mismo sobre la construcción de la iglesia de San Pedro de Elkano. José Antonio Manterola, que vivió en el caserío "Elkano-bitarte", solía contar que el templo de Elkano lo levantaron entre tres "gentiles" en una sola noche. Uno de los gigantes era cojo, y por eso le llamaban "Kojua". Comenzada la obra, los dos compañeros del cojo comentaron: "¡Este nos está estorbando aquí!". "Kojua", que tenía el oído muy largo y les había oído, les respondió: "Sí, pero aunque yo ande estorbando, ya llevo más de trescientos kilos al hombro". Estas dos cortas frases nos ponen en relación con el mundo de nuestra mitología que ha llegado hasta nuestros días a través de la tradición oral.
Los "gentiles", seres de una fuerza descomunal, surgen claramente en la segunda de las frases citadas, cuando a través de estos personajes mitológicos se quiere explicar la existencia de grandes bloques de arenisca en la iglesia de San Pedro de Elkano, pues ese tipo de piedra no se encuentra en los contornos de esa aldea, teniendo que ir a buscarla hasta Garatemendi. La figura del "gentil" aparece con más claridad todavía cuando se describe la forma en que juntaron el material para levantar la parroquia de Elkano. Uno de los "gentiles" tiraba las piedras desde el monte Gárate hasta el lugar de Arbastañaundi. "Kojua" lo hacía desde Arbastañaundi hasta el pueblo de Elkano. El tercero de los gigantes recogía los sillares que le lanzaba el cojo, y con esas piedras fue construyendo la iglesia.