El relieve pirenaico experimenta en la proximidad del Cantábrico una dulcificación que podría ser aprovechada por un hipotético ejército enemigo para cruzar la frontera franco-española. Hondarribia y Donostia fueron por esta razón fortificadas a partir del siglo XVI, constituyéndose en dos plazas fuertes de cierta importancia.
Tanto las guerras civiles del siglo XIX como los planes defensivos aprobados al finalizar la última de ellas provocaron que nuevas fortificaciones -provisionales unas, permanentes otras- poblaran el noreste de Gipuzkoa. Esta abundancia justifica que la mayor parte de las fortificaciones consignadas en las páginas que siguen se concentren en tan reducido territorio.