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Bertan > Bertan 15 Orígenes del arte guipuzcoano > Espainol bertsioa: La cueva de Ekain

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La cueva de Ekain

El descubrimiento

90. Entrada original a la cueva de Ekain.© Jesús Altuna
90. Entrada original a la cueva de Ekain.© Jesús Altuna

Hemos dicho anteriormente que el descubrimiento de esta cueva se debe a los jóvenes azpeitianos Andoni Albizuri y Rafael Rezabal. Tras localizar la pequeña cueva conocida hasta el momento en el lugar, se dispusieron, un día de domingo, a hacer una cata en ella para ver si había yacimiento.

Al comenzar con esta labor observaron que de un pequeño agujero salía aire frío. Abrieron el espacio suficiente para poder arrastrarse por él. Reptaron por el suelo a lo largo de unos 20 metros, donde pudieron ponerse en pie. Se aseguraron de que el suelo que pisaban, cubierto por un manto estalagmítico, era firme y avanzaron por la galería, que iba haciéndose cada vez más amplia. La película estalagmítica crugía bajo sus pies, al adaptarse al suelo infrayacente. Aquella galería era virgen. Nadie había penetrado en ella desde tiempo inmemorial.

91. Gran panel de caballos, primeras figuras  vistas por los descubridores.© Jesús Altuna
91. Gran panel de caballos, primeras figuras vistas por los descubridores.© Jesús Altuna

Siguieron avanzando por la galería hasta encontrarse con el gran panel de caballos. La emoción que sintieron les impidió continuar prospectando la cueva. Así es que decidieron salir.

Aquella tarde comunicaron el hallazgo a D. José Miguel de Barandiaran, y al día siguiente, lunes, al autor de este libro.

El martes acudimos Barandiaran y yo, junto con los descubridores, a visitar la cueva y el jueves, antes de que se extendiera la noticia, una puerta de hierro cerraba la entonces pequeña entrada de la misma. La cueva no tenía nombre y se le aplicó el topónimo de la colina en la que estaba situada.

92. Colina que alberga el santuario de Ekain.© Xabi Otero
92. Colina que alberga el santuario de Ekain.© Xabi Otero

A los 20 días iniciábamos el primer estudio del santuario, estudio que se publicó a finales de 1969 en la revista Munibe.

Al mismo tiempo llevamos a cabo en el vestíbulo de la cueva la cata que Andoni y Rafael no pudieron hacer por haber encontrado el orificio de penetración al interior. Esta cata dio resultado positivo, mostrando la existencia de un yacimiento prehistórico.

Protección y conservación del yacimiento

93. Plano de la cueva de Ekain.
93. Plano de la cueva de Ekain.

A partir del descubrimiento comienza toda una serie de problemas y luchas entre las autoridades del momento presente y el Departamento de Prehistoria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Eran los años del gran auge turístico, en los que a este bien se sacrificaron demasiadas cosas. Años en los que en la cueva de Altamira entraban cerca de 200.000 personas anualmente, siendo la cueva explotada en el peor sentido de la palabra, en aras del turismo.

Esto mismo se quería hacer con Ekain.

94. Uno de los lugares de Ekain, con bellas formaciones estalagmíticas.© Jesús Altuna
94. Uno de los lugares de Ekain, con bellas formaciones estalagmíticas.© Jesús Altuna

El Departamento mencionado se oponía frontalmente. La fuerza turística era sin embargo mucho más importante y en aquella situación política llevaba todas las de ganar. Se acusaba desde la prensa a la Sociedad de Ciencias Aranzadi de cerrar la cultura bajo rejas y se pedía que se abriera inmediatamente.

95. Gran cabeza de caballo pintada a tinta plana. Es la primera figura de la cueva y parece anunciar que ésta constituye un santuario del caballo.© Jesús Altuna
95. Gran cabeza de caballo pintada a tinta plana. Es la primera figura de la cueva y parece anunciar que ésta constituye un santuario del caballo.© Jesús Altuna

La Sociedad de Ciencias Aranzadi, veladora desde su fundación en 1947 del Patrimonio Prehistórico de Gipuzkoa, defendía con dificultad la conservación de un Bien Patrimonial tan extraordinario pero a la vez tan frágil, argumentando que la apertura podía saciar la curiosidad de algunos y llenar los bolsillos de otros, pero que por esa vía la pérdida de este Bien impediría a las generaciones futuras todo conocimiento sobre el mismo. A pesar de ello a la Sociedad citada, en la que residía la Comisaría de excavaciones arqueológicas de la Provincia de Gipuzkoa, se le quitó desde el Ministerio de Educación de Madrid, esta Comisaría.

96. Gran roca natural que se asemeja a una  cabeza de caballo.© Jesús Altuna
96. Gran roca natural que se asemeja a una cabeza de caballo.© Jesús Altuna

Sin embargo se le permitió programar la excavación del yacimiento, para lo que se solicitó la no apertura del mismo, dado que no podía excavarse el vestíbulo si constantemente estaban penetrando por él visitantes en el interior. Se logró este primer paso y las excavaciones comenzaron el mismo año 1969, no concluyendo hasta 1975.

Este año las cosas se contemplaban de forma un tanto diferente. Eran por todos conocidos los daños originados por el exceso de visitas en las cuevas decoradas de Lascaux y Altamira. Por otro lado el avance hacia el establecimiento de condiciones democráticas tras la muerte del Dictador y el inicio de un régimen preautonómico en el País Vasco, permitieron mantener la cueva cerrada. Había pasado la época peor.

97. Salmón saltando en un rápido del río.© Xabi Otero
97. Salmón saltando en un rápido del río.© Xabi Otero

Desde entonces la Sociedad Aranzadi, desde su Departamento de Prehistoria, ha guardado con celo este magnífico bien patrimonial. La cueva está por tanto, tal como fue descubierta y tal como lo ha estado durante muchos siglos atrás, desde época no definible.

En estos momentos el Ayuntamiento de Zestoa está llevando a cabo una réplica de la misma, a fin de que este Patrimonio cumpla su función social y didáctica, sin que sea puesta en peligro su conservación.

Descripción de la cueva y sus representaciones

98. Bisonte enfrentado al siguiente en la galería. Ambos dan paso a los conjuntos de caballos.© Jesús Altuna
98. Bisonte enfrentado al siguiente en la galería. Ambos dan paso a los conjuntos de caballos.© Jesús Altuna
99. Bisonte pintado. Para su realización se ha utilizado de nuevo un borde rocoso natural, que semejaba el dorso y cola de un bisonte.  El artista de Ekain se limitó a pintar las partes que faltaban.© Jesús Altuna
99. Bisonte pintado. Para su realización se ha utilizado de nuevo un borde rocoso natural, que semejaba el dorso y cola de un bisonte. El artista de Ekain se limitó a pintar las partes que faltaban.© Jesús Altuna
100. Salmón pintado, para cuyo ojo y parte anterior del dorso se han utilizado un hoyo natural de la roca y un reborde rocoso.© Jesús Altuna
100. Salmón pintado, para cuyo ojo y parte anterior del dorso se han utilizado un hoyo natural de la roca y un reborde rocoso.© Jesús Altuna
101. Hoyos de  invernación del oso de las cavernas.© Jesús Altuna
101. Hoyos de invernación del oso de las cavernas.© Jesús Altuna
102. Galería Zaldei, donde se encuentran los principales conjuntos de caballos.© Jesús Altuna
102. Galería Zaldei, donde se encuentran los principales conjuntos de caballos.© Jesús Altuna

Ya hemos indicado que a la entrada de la cueva existe un yacimiento arqueológico cuya excavación nos ha ilustrado acerca de la vida de los artista que decoraron la cueva. Bajo sus niveles arqueológicos magdalenienses hay importantes niveles llenos de huesos de oso de las cavernas. Estos ocuparon por tanto la cueva antes de la llegada de los grupos magdalenienses, e invernaron por cientos en su interior, como lo denotan las huellas de pulimento por roce en muchos de los salientes rocosos de pasos estrechos de la caverna, así como los hoyos de invernación que practicaban para arrebujarse en ellos a dormir. Durante esa época fue cerrándose poco a poco la entrada a las galerías profundas de Ekain.

Para entrar al interior de la caverna, a esas galerías profundas que se inician a la derecha de la entrada, los habitantes magdalenienses tenían que pasar por una angostura que les obligaba arrastrarse hasta recorrer una veintena de metros. Sólo entonces podían incorporarse y caminar erguidos en el resto de la cueva.

103. Cabllo herido.© Jesús Altuna
103. Cabllo herido.© Jesús Altuna

En Ekain la primera figura, una gran cabeza de caballo, se encuentra a unos 50 metros de la entrada y las últimas figuras a más de 150 metros.

Comencemos por esa gran cabeza. Se encuentra en el techo de una bovedilla, junto a un punto en que surge, de la galería principal, otra lateral. Parece anunciar que Ekain es la cueva del caballo por antonomasia. Poco más adelante, en Erdialde o zona central de la cueva, donde ésta es más espaciosa, hay una gran roca natural que recuerda mucho la cabeza de un caballo. El artista paleolítico, que reconoció en muchos bordes rocosos, grietas y abultamientos de la pared, en los que nosotros nada vemos, animales que luego él completó, tuvo que ver necesariamente esta cabeza natural. En ella se reconocen las orejas, el ojo, la boca, y el orificio nasal. Este parece tallado artificialmente, si bien esto no es del todo seguro. En todo caso bajo esta roca el artista de Ekain pintó a un lado una pequeña cabeza de caballo y al otro, un bisonte, complemento del caballo en el arte paleolítico. Quizá esta roca natural fue el resorte que actuó sobre los decoradores de la caverna para dedicar esta cueva al caballo. La primera figura, esa gran cabeza de caballo mencionada, que es la cabeza más grande de toda la cueva, para corroborar lo que decimos.

104. Caballo pintado con detalle. Lleva clavado un venablo en la parte anterior del tronco, a la altura del corazón y otro en la póstero-inferior.© Jesús Altuna
104. Caballo pintado con detalle. Lleva clavado un venablo en la parte anterior del tronco, a la altura del corazón y otro en la póstero-inferior.© Jesús Altuna

En la pequeña galería lateral que arranca en el lugar de esta cabeza pintada hay entre otras figuras un salmón. Para su realización se utilizó un reborde rocoso, que constituye de mitad anterior del dorso y uno de tantos hoyuelos de la roca, que hace de ojo. El artista completó la figura, en pintura negra, con el resto de la silueta, la boca, la línea de las agallas, las aletas y la línea lateral, esa línea de escamas especiales que los peces llevan en los flancos.

Al fondo de esta galería hay un hoyo de invernación del oso de las cavernas y los salientes rocosos están gastados, como hemos dicho, por el rozamiento causado por cientos de osos que penetraron a tientas en el lugar.

105. Bisonte negro.© Jesús Altuna
105. Bisonte negro.© Jesús Altuna
106. Bisonte pintado en rojo con óxidos naturales de hierro (limonita). Obsérvese su cola alzada. La figura se interrumpe en sus patas traseras, para no ocultar la grupa del  caballo rojo situado detrás y debajo de él.© Jesús Altuna
106. Bisonte pintado en rojo con óxidos naturales de hierro (limonita). Obsérvese su cola alzada. La figura se interrumpe en sus patas traseras, para no ocultar la grupa del caballo rojo situado detrás y debajo de él.© Jesús Altuna


Volviendo a Erdialde y en el punto de acceso a los grandes conjuntos de caballos, a ambos lados de la galería, se han dibujado sendos bisontes. En el situado a la derecha, según accedemos, se ha aprovechado un reborde rocoso y una grieta, que iluminados desde abajo recuerdan el dorso de un bisonte con su cola. El artista completó la figura pintando en negro la cabeza con los cuernos y la barbilla, la melena que cuelga del cuello, la línea ventral y las patas.

107. Caballo salvaje actual (caballo de Przewalski).© Jesús Altuna
107. Caballo salvaje actual (caballo de Przewalski).© Jesús Altuna

Se trata de nuevo de lo que en el arte moderno llamamos “trouvisme” o “encontrismo”, es decir, la utilización de formas naturales que sugieren, en nuestro caso, formas animales y el artista las configura y adecua a esa forma animal, tal y como hemos visto también en Altxerri.

Frente al bisonte descrito existe otro, pintado también en negro, al que le falta la línea dorsal. Una grieta de la roca a la altura de la grupa puede indicar el comienzo posterior de la giba. A cambio están bien representadas y en detalle, la cola del animal, la línea ventral y las patas. La cabeza está hoy más débilmente representada que el resto, pero se distinguen bien en ella los cuernos por un lado y la barbilla por otro.

Las patas están especialmente cuidadas y se ha indicado bien la perspectiva de las de un lado y las de otro, cruzando o no cruzando la línea posterior del vientre.

108. Caballo pintado en negro y rojo. Su tren delantero es el más bello de todo el panel.© Jesús Altuna
108. Caballo pintado en negro y rojo. Su tren delantero es el más bello de todo el panel.© Jesús Altuna

Los dos bisontes descritos dan paso a los grupos de caballos. Es la galería Zaldei. En el lado izquierdo de la misma hay un conjunto de 8 caballos y en el lado derecho 11 más. Entre los del lado izquierdo sobresale uno grande, pintado con numerosos detalles. Está dibujado en pintura negra y en parte a tinta plana, que rellena determinadas zonas del cuerpo.

La cabeza está separada del cuello mediante una línea. La crinera es enhiesta, como en el caballo de Przewalski, único caballo salvaje que queda actualmente y que muestra en su librea o capa caracteres que vemos en las figuras de Ekain. La crinera erizada que hemos citado, la realizaban a veces mediante una línea continua de las orejas a la cruz y otras, mediante líneas cortas verticales, como se ven en el caballo situado bajo el que estamos describiendo.

109. Caballo pintado en negro y rojo. Obsérvense los trazos cortos que denotan el pelo largo del vientre. La línea en M del flanco y las líneas cebroides de las patas son semejantes a las que presenta el caballo asiático salvaje actual.© Jesús Altuna
109. Caballo pintado en negro y rojo. Obsérvense los trazos cortos que denotan el pelo largo del vientre. La línea en M del flanco y las líneas cebroides de las patas son semejantes a las que presenta el caballo asiático salvaje actual.© Jesús Altuna

Otro carácter que se da en el caballo salvaje actual es la coloración oscura del cuello y extremos de las patas. También la línea en M que aparece en el flanco de muchos caballos de Ekain.

Frente a este conjunto de caballos se encuentra el gran panel de Ekain, ese gran panel que fue denominado por la máxima autoridad del momento en arte rupestre (Leroi-Gourhan), “el panel de caballos más bello de todo el arte franco-cantábrico”. Parece de factura unitaria, entre otras cosas, por el cuidado que se se ha tenido en no superponer unas figuras sobre otras, a diferencia de lo que ocurre en otros muchos paneles de arte paleolítico, concretamente en Altxerri.

Tras una cierva situada a la izquierda del mismo, se incia el panel con tres bisontes, uno de ellos coloreado en rojo. Siguen luego 11 caballos, un pisciforme y una línea curva roja, que parece indicar que concluye el conjunto o que se une con otra que más adelante veremos.

110. Otros caballos pintados en el  panel.© Jesús Altuna
110. Otros caballos pintados en el panel.© Jesús Altuna

En la parte superior derecha del panel aparece un bisonte pintado en rojo, con la cola alzada. Se han dejado sin terminar sus patas traseras, para no superponerlas sobre la grupa del caballo rojo que está detrás y debajo de él. El color procede de la limonita, un mineral natural de oxido de hierro.

Detrás de él hay otro bisonte en negro y bajo ellos un precioso caballo en negro y rojo, acompañado de grabado. De nuevo nos encontramos aquí con la serie de detalles que hemos visto en otros caballos y en el caballo salvaje: crinera enhiesta, hecha esta vez con línea continua, bandas cebroides en el cuello, línea en M en el flanco etc. Es de notar cómo ha sido plasmada la línea del vientre peludo, mediante pequeños trazos verticales, caso único en la cueva de Ekain.

111. Lugar en que se encuentran los osos.© Jesús Altuna
111. Lugar en que se encuentran los osos.© Jesús Altuna

Así podríamos ir describiendo uno a uno todos los caballos. Pero nos limitaremos a otros dos más. Uno rojo y negro situado en el centro y en la zona inferior y otro negro en la zona baja del lado izquierdo.

El rojo posee el tren delantero más bello de los caballos de la cueva. La cabeza está maravillosamente trazada. Está siluetada en pintura negra. Se ha representado bien el hocico mediante una inflexión, tras la cual se ha hecho un pequeño trazo curvo para indicar el reborde nasal. La boca está representada por una línea. La crinera enhiesta está representada mediante trazos cortos verticales. De ella parten varias líneas cebroides que recorren el cuello.

112. La pareja de osos fotografiada desde el suelo.© Jesús Altuna
112. La pareja de osos fotografiada desde el suelo.© Jesús Altuna

Las patas anteriores tienen detalles preciosos: las muñecas o rodillas, las cernejas y los cascos. Llevan también líneas cebroides transversas en el antebrazo, como se presentan a veces en el caballo salvaje.

Delante de este caballo hay otro pequeño, en actitud inclinada, que es todo simplicidad. Obsérvese simplemente la sencillez con que se han pintado sus extremidades anteriores. Frente a los detalles del anterior, aquí se ha recurrido a la estilización de unas patas que terminan en punta, pero a las que se ha aplicado en las muñecas una sencilla inflexión, que les presta gran belleza.

113. Oso pardo actual.© Xabi Otero - Ińaki Zorrakin
113. Oso pardo actual.© Xabi Otero - Ińaki Zorrakin

Todas las figuras del panel se respetan y no se superponen. Pero posteriormente, de manera hoy muy poco visible, se superpuso sobre algunos de los caballos centrales del panel un bisonte grabado.

Frente a este gran panel hay una sala cargada de cascadas estalagmíticas, columnas, pliegues de concreción y algunas figuras.

Avanzando más por la galería, se llega a una plazuela (Artzei), llena también de formaciones estalactíticas y estalagmíticas, en uno de cuyos techos bajos se encuentra representada una pareja de osos. Es menester agacharse para verlos.

Ambos consisten en siluetas simples pintadas en negro con trazo ancho. La pintura parece haberse corrido algo, desbordando las líneas originarias. El oso pequeño está completo. Al mayor le falta la cabeza. Su cola en cambio está mejor definida. A la altura del corazón lleva una mancha de pintura. El denso y abundante pelaje de estos animales, no permite trazar los detalles anatómicos que hemos visto en animales de pelo raso como los caballos. Pero su silueta, la anchura de sus patas, la cola corta, el desarrollo de la región lumbar etc..no permiten confusión alguna.

114. Caballo que inicia el panel más profundo de la cueva.
114. Caballo que inicia el panel más profundo de la cueva.

Incluso puede avanzarse en la determinación específica y excluir el oso de las cavernas. En efecto éste tenía la región de la cruz muy desarrollada a modo de giba y a cambio, la zona lumbar caída.

La pintura que llevan los osos es distinta a la de las restantes figuras. Para las restantes figuras se han utilizado tizones de carbón vegetal obtenidos en el hogar de la entrada de la caverna. Para los osos en cambio, se ha utilizado un mineral de óxido de manganeso, del que hay precisamente una beta importante en el muro de la cueva, poco antes de llegar a Artzei.

Avanzando en la cueva por una zona de más difícil recorrido, llegamos a Azkenzaldei, el lugar donde se encuentran los últimos caballos, que constituyen un grupo de 7 animales. Todos ellos sin excepción miran hacia el exterior de la caverna, es decir, hacia la zona donde se encuentran los osos.

115. Los dos últimos caballos del gran panel.© Jesús Altuna
115. Los dos últimos caballos del gran panel.© Jesús Altuna

El primer caballo viene precedido de un línea curva, que parece indicar el comienzo de las figuras, o relacionar este punto con el último del gran panel, en cuyo final hemos visto una línea análoga. Este primer caballo es una silueta en negro con algo de tinta plana en la zona central del dorso. No se ha representado el ojo y las patas no están terminadas. Como muchos de los caballos de la cueva muestra la parte posterior del tronco hipertrofiada, con la grupa retrasada y las nalgas exageradas.

116. Caballo pintado que lleva una flecha gravada, que apunta al corazón.© Jesús Altuna
116. Caballo pintado que lleva una flecha gravada, que apunta al corazón.© Jesús Altuna

A la izquierda de este caballo, bajo una amplia bóveda, se encuentran los otros seis. Llama la atención uno de ellos por su hechura y por un grabado que posee. Se trata de una figura hecha en línea negra. Esta cierra toda la silueta del animal y plasma además ciertos detalles. La crinera está muy bien marcada mediante una línea continua. Avanza entre las orejas a modo de tupé. El cuello lleva cuatro bandas cebroides. La línea en M del flanco es también clara.

Dentro y en torno al caballo hay varias líneas grabadas. Llama la atención entre ellas una, en forma de flecha, que apunta al corazón del animal.

A partir de esta zona la cueva se hace impracticable.

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