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Razones políticas y económicas, sociales y de convivencia que posibilitan estas construcciones

Para comprender el desarrollo y gestación de estas empresas, tenemos que conocer algunos aspectos del panorama de la arquitectura eclesiástica en Gipuzkoa. Haciendo un repaso por estas experiencias, se puede observar que los edificios de la Edad Media son escasos pues han cedido a la acción destructiva del tiempo, debido al empleo de materiales inadecuados. Por otra parte, cuantitativamente, la mayor riqueza constructiva comienza con los logros del siglo XVI. Es en este siglo del Renacimiento, cuando se inician gran número de iglesias monumentales con sus accesos. Tal acontecimiento artístico tiene su raíz en el hecho del cambio de vida de la población, pues en época medieval se encontraba dispersa en caseríos contando con pequeñas iglesias en la montaña.

12. Vista aérea de Elgoibar, en la que se distingue la iglesia de San Bartolomé de Calegoen.© Paisajes Españoles
12. Vista aérea de Elgoibar, en la que se distingue la iglesia de San Bartolomé de Calegoen.© Paisajes Españoles

El traslado posterior de la población al valle, al concedérseles las cartas pueblas concentrándose en villas, provoca un estado de incomodidad a los vecinos por los desplazamientos largos e incómodos que debían hacer cuando acudían a los servicios religiosos. Son numerosísimas las ocasiones en las que los habitantes de estas zonas, se quejan de lo enojoso que resultaba para ellos tener que subir a la antigua iglesia situada en el monte, por caminos ásperos y en cuesta; y además la dificultad de los propios sacerdotes para recoger los Sacramentos que debían administrar a los enfermos, y llevar a los difuntos a la iglesia por las crecidas de los ríos, como ocurría en Elgoibar. Por ello la presión de la feligresía hizo que los edificios religiosos fueran trasladándose a los puntos céntricos de vecindad. El problema surge de igual manera en las poblaciones cercanas al mar, como vemos en el pueblo de Pasai San Pedro, donde su iglesia, situada en paraje incómodo y alto, se trasladó al lado de la marina, en terreno donde los naturales del lugar podían acudir a los oficios y funciones parroquiales con comodidad. Así se demuestra en un informe de 1573 sobre la parroquia de Arrasate, en un texto totalmente expresivo, que coincide literalmente con esta situación:

13. Portada románico-gótica de Hernani en el convento de San Agustin.© Jonathan Bernal
13. Portada románico-gótica de Hernani en el convento de San Agustin.© Jonathan Bernal

"Iten, antes que se fundase la dicha villa de Mondragón, para algunas caserías y población derramada que había en tiempos y años pasados, había una iglesia en una montaña y sierra de junto a la dicha villa de la advocación de Santa Marina. Y después en la población que se hizo de la dicha villa, que ha más de trescientos años, se trasladó la dicha iglesia de Santa Marina y su parroquia a la iglesia parroquial de San Juan Bautista de la dicha villa y quedó la dicha iglesia de Santa Marina por ermita sin sacramento ni administración de sacramentos."

En otros casos como en Hernani, la iglesia antigua fue abandonada al construirse otra en la plaza, junto al ayuntamiento, y su portada románico-gótica se aprovechó en el siglo XVI para el convento de San Agustín.

Las dificultades para continuar los proyecto de los edificios eclesiales fueron también otro obstáculo para su construcción. Paradigma de ello fue la portada de Santa María de Tolosa, en la que familias como los Aburruza y Aramburu en diferentes momentos se opusieron a que se realizara una torre con su pórtico debajo, con la finalidad de que no ocultara la vista de su palacio.

Otro aspecto a tener en cuenta, con las debidas reservas, es el despliegue arquitectónico del siglo XVI, debido al gran potencial económico que llega de la participación de los guipuzcoanos en las empresas de colonización de América; y los caudales que enriquecieron algunos puertos procedentes del comercio de la lana en Flandes. Sin embargo, a pesar de concebirse este momento como un tiempo de bonanza económica, en muchos casos, la falta de medios para atender tales fábricas, obligó a que las antiguas iglesias sirvieran como cantera para la construcción de los que hoy contemplamos; reutilizándose los materiales, en concreto la piedra. Generalmente las iglesias del siglo XVI fueron planteadas como proyectos monumentales, de gran magnitud y difíciles de llevar a cabo por poblaciones de corto número de habitantes, a pesar de contar con los empeños anteriormente mencionados. Debido a ello, los proyectos dilataban su proceso constructivo durante siglos, llevando a término la reproducción de modelos anticuados o provocando el cambio de diseño o idea. Se acometían las obras de los templos de forma fragmentaria, en tramos o por cuerpos; con el perjuicio de no guardar las debidas proporciones entre las partes, y perder la homogeneidad en los soportes que las hacían sostenerse en pie.

También comprobamos que, en la mayoría de los casos, las iglesias del Renacimiento guipuzcoano, como ocurría igualmente en el resto del País Vasco y la Rioja, tuvieron fuertes problemas para continuar el culto durante los diferentes períodos que se prolongaba su fabricación. Así sucedió en la Iglesia Parroquial de Segura, que efectuó contratos en distintas etapas y con diferentes artistas, levantando sus paredes hasta la altura del campanario; y al no poder efectuar la estructura de sus bóvedas, tuvo que levantar la armadura de madera de su tejado sobre la que se colocaría el tablado para apoyar las tejas, dejando espacio libre para poder concluir las bóvedas en el momento que dispusiesen de medios económicos o les conviniese. Gracias a este artificio tan habilidoso, pudieron cerrar la iglesia y utilizarla los vecinos, teniendo que esperar casi cien años para por fin realizar las bóvedas.

Todo ello pone de manifiesto, que los deseos y empeños de los habitantes de las diferentes villas, en aquella época, no tenían clara la capacidad económica que poseían. Sus expectativas debieron de ser desmesuradas y en ningún momento correspondieron a la realidad. Quizás deslumbrados por la llegada del dinero venido de América, no consideraron que si faltaba éste, con sus bajas rentas y el gran número de clérigos y beneficiados que tenían generalmente que alimentar, sin contar con los patrones que también tomaban parte de los ingresos de la Iglesia, podrían tener dificultad para enfrentarse a los pagos, no pudiendo concluir las iglesias ni sus portadas.

Otros factores que contribuyen a comprender el origen de algunas portadas, son los incendios y los agitados momentos de guerras en que se veían envueltas las villas por la lucha de los bandos. Estos propician la quema y derrumbamiento de muchas partes de las iglesias, acarreando su obligada reconstrucción, y postergando la conclusión de sus posibles portales o accesos para los siglos siguientes.

Sin embargo, todos los estamentos sociales detectaron el ocaso y decadencia del siglo XVII. En la Iglesia repercute entre otros aspectos, en el corte de los estímulos que acompañaban a los movimientos constructivos del siglo anterior. La carencia de planes constructivos ambiciosos y las renovaciones austeras de algunas portadas, resultan una tónica bastante generalizada; siendo prueba del quebrantamiento económico que sufre el País. Por ello en este momento se destacan algunos proyectos de portadas conventuales y contadas y discretas portadas de iglesias.

Hace falta llegar al siglo XVIII para que se experimenten importantes transformaciones y se propongan esquemas diferentes, propiciados por un auge edificatorio que se traduce en pocas iglesias construidas de nueva planta, y se centra en programas de adiciones, incorporaciones o añadidos a las iglesias ya construidas. Va a ser durante este espacio de tiempo, cuando se abra paso a las nuevas fachadas o portadas de piedra más monumentales y ampliamente ornamentadas.

En líneas generales estas consideraciones vienen a demostrar que en pocas iglesias se fue capaz de llegar a emprender la construcción de su portada en la etapa que se levanta el resto de su estructura. Su edificación siempre hay que situarla en épocas posteriores, aunque a pesar de todo siempre existen destacadas intervenciones de cronologías parejas como veremos al hablar de sus tipologías.

14. Detalle del plano de Vicente Tofiño de 1788. Trazado urbano de Pasai San Pedro y situación en el monte de la antigua Iglesia Parroquial, y del nuevo templo junto a la marina.© Armadako  Geografia Zerbitzua
14. Detalle del plano de Vicente Tofiño de 1788. Trazado urbano de Pasai San Pedro y situación en el monte de la antigua Iglesia Parroquial, y del nuevo templo junto a la marina.© Armadako Geografia Zerbitzua
15. Fachada de la Iglesia de Santa María de Tolosa. En un principio se levantaron entradas efímeras en este templo, que nunca llegaron a culminarse por falta de espacio, hasta realizarse la que hoy contemplamos.© Jonathan Bernal
15. Fachada de la Iglesia de Santa María de Tolosa. En un principio se levantaron entradas efímeras en este templo, que nunca llegaron a culminarse por falta de espacio, hasta realizarse la que hoy contemplamos.© Jonathan Bernal

Finaciación de las portadas.

La escasez de ingresos de algunas iglesias es una constante a través de los tiempos, por lo que las autoridades eclesiásticas se ven obligadas a solicitar ayudas imponiendo "sisas" o arbitrios sobre objetos de mantenimiento o consumo; generalmente vino, bacalao o pescado. Este aspecto se encontraba totalmente vinculado a la petición de permiso del Obispado y la obtención de Facultad Real del Consejo de Castilla, lo que supuso dificultades y gastos, aunque la última concesión se considerase por los monarcas una merced o privilegio. Sin olvidar las aportaciones de los emigrados a América y los legados testamentarios, fundamentalmente otras cantidades provenían de los diezmos y de los arriendos de los mismos; por lo cual, cuando la iglesia no poseía liquidez, retribuía a los arquitectos haciéndoles arrendadores de los diezmos. De igual modo las escrituras censales o prestamos que hacia la iglesia a los vecinos, se manipulaban como si se tratase de dinero a la hora de retribuir a los artistas.

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