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sábado 20 abril 2024




Bertan > Los colgantes Magdalenienses de La cueva de Praileaitz I (Deba) > Versión en español: Las agrupaciones de colgantes
Las agrupaciones de colgantes.

Pero volvamos a referirnos a la cueva. Según nos introducimos en ella, el primero de los conjuntos lo encontramos en el lado izquierdo del vestíbulo, cercano a la entrada, formado por tres elementos, dos de ellos alargados y un tercero de forma casi rectangular y de caras y ángulos redondeados.
En la zona que da paso a la sala interior, en un área de aproximadamente cuatro metros cuadrados, delimitada por bloques, hallamos otros cinco colgantes. Tres de ellos, fabricados en incisivos de cabra y decorados, aparecen próximos entre sí. Pero de entre todas las piezas sobresale por su belleza el colgante elaborado sobre un delgado canto rodado de color negro intenso, cuya silueta natural recuerda a varias venus paleolíticas clásicas.
Muy próximo a este colgante localizamos otro, de color negruzco, que se asemeja en su forma a un canino atrofiado de ciervo, aunque de tamaño notablemente mayor. Este parecido, además del simbolismo del objeto original, habría sido probablemente la razón de su elección.
Es, sin embargo, la primera sala interior la que nos ha dejado uno de los más espectaculares hallazgos paleolíticos: un largo collar de metro y medio de longitud formado por catorce colgantes de piedra negra, depositados, quizá, intencionadamente sobre la arcilla. Sus piezas, la mayor parte decoradas y de formas alargadas, se disponen de manera ordenada y equidistante, cerrándose ambos extremos con sendas piedras pequeñas con perforación natural y carentes de decoración.

74. Ubicación general de Las agrupaciones de colgantes en las dos salas excavadas de la cueva. © Jesús Alonso
En esta misma sala, a algo más de cuatro metros del anterior conjunto, encontramos otro formado por dos piezas.

Además de estas cinco agrupaciones, descubrimos en distintos puntos, tanto del vestíbulo como de la sala interior, una serie de colgantes rotos a la altura de las perforaciones de suspensión, en este caso, relativamente próximos entre sí.

En todas las páginas en las que se realiza la descripción de cada colgante, los dibujos se presentan a escala 1:1, a tamaño natural, y las fotos muestran los colgantes a escala 1:1,5, es decir un 50% mayor que su tamaño, para poder apreciar mejor todos sus detalles.

75. Primer conjunto formado por tres colgantes cuyas formas predominantemente alargadas de dos de ellos contrastan con la del tercero, de tendencia subrectangular. La textura y el color de este último, más brillante y negro, es asimismo diferente de las de los otros dos. Sólo uno de ellos presenta decoración. 76. Esta primera agrupación fue encontrada cerca de la entrada de la cavidad, próxima al asiento y al hogar. 77. Se trata de uno de los pocos colgantes carentes de decoración fabricado en un canto rodado aplanado. Cuenta con una suave curvatura en uno de sus lados y sus ángulos están ligeramente redondeados. En la zona de la perforación tiene una serie de incisiones cortas que quizá puedan ser interpretadas como líneas de fuga. © Jesús Alonso
Estos son los únicos elementos pertenecientes a un collar que no están realizados en piedra. Son tres incisivos de cabra (Capra pyrenaica) que presentan dos perforaciones en la raíz, y su cara vestibular está decorada con varios trazos cortos transversales. Estas piezas, posiblemente estuvieron coloreadas de ocre, o al menos tuvieron contacto con dicho material, ya que una de ellas presentaba restos de coloración roja en el momento de su descubrimiento.

La utilización de piezas dentarias de animales herbívoros o carnívoros para elaborar colgantes es habitual durante la Prehistoria, perforándolos y decorándolos con diferentes motivos. Sin embargo, no son muy abundantes los paralelos de estos dientes con más de un orificio, aunque sí se conocen incisivos de caballo y de ciervo, decorados y con doble perforación (alguno incluso con cinco) en diferentes niveles magdalenienses de la cornisa cantábrica y del territorio norpi renaico, tales como Ermittia (Deba, Gipuzkoa), Arenaza (Galdames, Bizkaia), Isturitz (Izturitz Do namartiri, Nafarroa Behera), Mas d'Azil (Ariège) y Tito Bustillo (Ribadesella, Asturias).

Las representaciones humanas son escasas en el arte parietal y mobiliar. En este último apartado tienen especial interés algunas escenas como la del hueso de Torre (Oiartzun, Gipuzkoa) o la del bastón de la Vache (Ariège), o las escasas representaciones de bulto redondo conocidas: la cabeza de Entrefoces (Morcín, Asturias), el cuestionado colgante o bastón perforado de El Pendo (Camargo, Cantabria) y “La Venus” de Las Caldas (Oviedo, Asturias). La representación de la mujer, más cuidada que la del hombre, es por lo general esquemática y se subrayan determinadas partes de su anatomía. La interpretación de este hecho es muy variada: figuras representativas de diosas madre, exvotos de fecundidad, testimonio de la importancia del papel de la mujer en la sociedad paleolítica, etc.

El hallazgo de una serie de colgantes rotos, en la mayor parte de los casos por la zona de la per-foración, es un hecho a destacar. Desconocemos el momento y la forma en que se produjeron las roturas; sin embargo, a lo largo de la Prehistoria son frecuentes los objetos rotos o destruidos localizados en distintos contextos de habitación y funerarios, lo que ha hecho que se proponga que estas roturas formaran parte de prácticas rituales. En el caso de los colgantes de Praileaitz I no sabemos si la rotura y la concentración de los hallazgos se deben al azar o a alguna otra razón.



78. Esta pieza destaca por su longitud y por contar con una sección casi cuadrada. Fue localizada en dos fragmentos, a ambos lados del vértice inferior del gran bloque que se desgajó de la pared sur de la entrada. 79. Con pequeñas incisiones más o menos profundas son decorados de maneras distintas la mayor parte de los colgantes. En ocasiones, unas pocas marcas afectan a uno de sus lados mayores; en otras, la totalidad de uno o incluso los dos lados son grabados a distancias aproximadamente semejantes. Frecuentemente, los espacios vacíos, los ritmos o los emparejamientos de las líneas marcan diseños caprichosos. © Jesús Alonso


80. La doble perforación, efectuada con gran precisión en cada uno de los incisivos, serviría para pasar por ellas dos finas tiras paralelas hechas a partir de materias primas animales o vegetales, fijando la posición del diente, de forma que las incisiones decorativas quedaran visibles. © Jesús Alonso


81. Tercer collar formado por una sola piedra per-forada de suaves curvas. Su única decoración consiste en varias líneas paralelas transversales, levemente marcadas en la parte inferior derecha de una de sus caras. 82. La silueta de esta pieza nos recuerda a los contornos de las venus paleolíticas de bulto redondo localizadas en diferentes puntos del continente europeo. La venus hallada en Barma Grande de Grimaldi, “La Rombo”, también de Grimaldi (Italia), la venus I de Willendorf (Austria), la de Kostienki (Rusia) o la de Lespugue (Francia), o el contorno del relieve de la Dama del cuerno de Laussel (Francia) son algunos de estos ejemplares. 83. En su extremo más estrecho presenta una perforación bicónica finalizada por rotación, muy regular; en una fase previa se había practicado un trabajo de vaciado o de preparación de la superficie. © Jesús Alonso


84. La selección de este delgado canto rodado, negro y brillante, para convertirlo en colgante, estaría relacionada con la forma de su silueta, el equilibrio de sus dimensiones y su especial textura. © Jesús Alonso


85. Como si hubiesen sido depositadas suavemente sobre el suelo, van apareciendo alineadas las catorce piedras negras que forman el collar de mayores dimensiones de los hallados en la cueva. 86. Detalle de la excavación de uno de los colgantes. 87.En el proceso de excavación del collar se hallaron dos de los colgantes de forma alargada superpuestos por la zona de la perforación y separados tan sólo por algo más de un centímetro de arcilla. © Xabi Otero


88. La combinación de formas, el color predominantemente negro y las decoraciones de las piezas de este gran collar lo convierten en una obra única en este género. Su elaborado diseño nos permite apreciar la gran sensibilidad de estas poblaciones de cromañones del Magdaleniense. © Xabi Otero


89. Próximos entre sí, a distancias aproximadamente iguales en la mayoría de las ocasiones, envueltos en la arcilla amarilla o intercalados entre piedras, los catorce elementos de este collar de la sala interior van definiendo, según avanza la excavación, un trazado que nos permite visualizar tanto su estructuración como sus dimensiones. 90. Detalle de tres de los colgantes del gran collar depositados sobre la arcilla de la sala interior, correspondientes a uno de sus extremos. 91. En cinco casos se ha recurrido a pequeñas piedras redondeadas y perforadas de forma natural para insertarlas en los diferentes collares de esta cavidad, sin que a ninguna se le haya practicado decoración. Tres de ellas forman parte de este conjunto. © Xabi Otero


92. Las incisiones realizadas en los laterales de las piezas presentan composiciones muy variadas, siendo algunas, como en este caso, de gran riqueza. De todas ellas desconocemos hoy su finalidad. 93. A pesar de ser las marcas transversales la decoración más abundante, es llamativo que en este colgante, además del tema señalado, se haya representado un rombo con finas incisiones. Este motivo, en ocasiones con un trazo longitudinal en su interior, suele estar presente también en azagayas magdalenienses. © Jesús Alonso


94. Una cuestión que nos plantean estos colgantes es la de su autoría. ¿Se trata de la obra de un solo individuo o de varios? Aparentemente, si nos fijamos en la factura y en el estilo, todos ellos podrían haber sido elaborados por una única persona, formando, a pesar de su variabilidad, una unidad artística y simbólica. 95. En algunos casos no es fácil contabilizar el número de trazos que realmente se quisieron hacer. La proximidad existente entre algunos de ellos hace pensar que en ocasiones serían fruto de rectificaciones. Sin embargo, otras veces parece que sólo se ha pretendido insinuar las líneas y que no existe voluntad de hacerlas de forma más explícita. © Jesús Alonso


96. Este colgante presenta una serie de estrías de fabricación en torno a la perforación, e incisiones transversales en un lateral, así como en una de las caras mayores. En el extremo inferior de la cara opuesta a esta última se observa un intenso piqueteado originado por la presión ejercida por un objeto más duro, al utilizar el colgante como retocador compresor. 97. En este colgante se aprecian de forma clara los cambios de ritmos y las agrupaciones de los trazos. Sin embargo, la distribución de las líneas paralelas de uno de sus lados mayores es mucho más regular. © Jesús Alonso


98. No en todos los cantos se busca la total simetría de la forma; de hecho algunos presentan uno de sus lados netamente más abombado o incluso más sinuoso que el opuesto, aunque desconocemos en qué medida respondía la selección de estas piedras a las inquietudes del autor. 99. Este colgante está decorado en todas sus caras siendo en una de las de mayor anchura en donde mejor se observa el complejo desarrollo de la misma. Se representan cuerpos o bandas horizontales paralelas de diferente anchura, alternándose con cierto ritmo. Las más estrechas carecen de decoración y se intercalan una o dos vacías entre las decoradas. Entre éstas, las situadas en los extremos presentan incisiones oblicuas muy apretadas, mientras que en las restantes se representa un motivo reticulado creado a base de líneas oblicuas realizadas en ambos sentidos. © Jesús Alonso


100. Varios colgantes presentan en una o dos de sus caras mayores finas líneas paralelas formando bandas, generalmente simétricas, que en muchos casos ocupan la mayor parte de la superficie. Al contrario que en los lados más estrechos, la incisión realizada es muy superficial. 101. Uno de los hechos más llamativos en el proceso de fabricación de algunas de estas piezas es el adelgazamiento por abrasión practicado en la zona en donde se sitúa la perforación. La aplicación de esta técnica es frecuente en el caso de la industria ósea, pero sobre piedra es excepcional. © Jesús Alonso


102. Esta limonita de forma discoidal llama la atención por la diferente coloración en tonos verdosos y rojizos, que contrastan con los colores más uniformes del resto de los colgantes del collar. 103. Colgante con capas de concreción. © Jesús Alonso


104. Pequeña cuenta con perforación natural que cierra el collar de catorce piezas por uno de sus extremos. La simetría, que a veces se distingue en las decoraciones de las piedras, se cumple en la disposición de las mismas en el collar, colocando, en ambos extremos, dos limonitas muy semejantes en forma y dimensiones. © Jesús Alonso 105. Situación de las 14 piezas líticas que componen el collar localizado en el lado este de la sala interior. © Xabi Otero


106. Vista parcial de la sala interior de la cueva. 107. Quinto conjunto de la cueva formado por dos colgantes de piedra, uno de ellos con perforación natural. En ocasiones, intercalados entre algunos de estos elementos, también pudieron haberse insertado abalorios de menor tamaño como semillas o incluso plumas de variados colores. © Xabi Otero


108. Algunos de los cantos seleccionados no parecen haberlo sido por la regularidad de sus formas. Así, varios ejemplares fueron recogidos por contar con una perforación natural que podían aprovechar. 109. A pesar de ser casi generalizados los pequeños trazos paralelos en muchas de las piezas, destaca en ésta la regularidad, uniformidad y nitidez de los mismos. En el lado opuesto, en cambio, no presenta ninguna decoración. © Xabi Otero


110. Paredes y techo de la sala interior. © Xabi Otero


111. Este colgante, cuya forma recuerda notablemente a la de un canino atrofiado de ciervo, aunque su tamaño sea superior, está decorado en todas sus aristas, así como en una de sus caras laterales con trazos transversales dispuestos de forma regular. También cuenta con decoración en el perímetro de la base mayor. Los caninos atrofiados de ciervo han sido muy apreciados en las distintas culturas desde los inicios del Paleolítico Superior hasta prácticamente la actualidad, aunque no todos ellos eran transformados en colgantes. También desde el comienzo se realizaron imitaciones en marfil o en piedras de colores más o menos vistosos (Gatzarria, El Pendo, etc). La mayoría de los ejemplares naturales o imitaciones son lisos, aunque algunos están decorados, por lo general con trazos cortos. El ejemplar de La Garma presenta una decoración muy similar a la de la pieza de Praileaitz I. 112. Canino perforado de ciervo de la cueva de La Garma (Ribamontán al Monte, Cantabria). © Xabi Otero


113. Entre las piezas seleccionadas con una perforación natural, destaca ésta por sus considerables dimensiones. Con forma discoidal, presenta un notable abombamiento en una de sus caras. No tiene decoración. 114. La totalidad de los planos de este colgante cuenta con incisiones muy regulares. En contra de lo que sucede en la mayoría de los que presentan decoraciones en sus caras más anchas, en este caso las líneas realizadas son más profundas. Esta pieza se halló en el interior de la cueva, durante el proceso de excavación, rota en dos fragmentos, distantes 13 metros el uno del otro. © Xabi Otero


115. En algunos ejemplares se observa que sus extremos son muy diferentes entre sí. El correspondiente al orificio suele presentar un ligero estrechamiento o adelgazamiento, e incluso, en algún caso, un apuntamiento a veces acentuado para ser perforado más fácilmente. Por el contrario, el extremo opuesto suele contar con un notable engrosamiento que facilitaría la suspensión de la piedra. 116. En este alargado colgante, al igual que en algunos otros, son visibles puntos incisos irregulares en la zona de la perforación, procedentes del trabajo realizado sobre la pieza con un objeto punzante. © Xabi Otero


117. A pesar de la sencillez de este colgante, llama la atención su aspecto natural: un canto estrecho y alargado con forma helicoidal, que parece girar sobre sí mismo. Este movimiento ha sido captado por quien lo recogió e incluso acentuado mediante una serie de trazos transversales, regularmente distanciados a lo largo de la arista. 118. Poco a poco abandonamos la penumbra de las salas de la cueva, saliendo a la luminosidad del exterior. © Xabi Otero
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