Tras abandonar las cuevas se produce un agrupamiento en hábitats al aire libre que con el tiempo irá tomando formas más complejas de estructura y organización. Sin embargo muy probablemente este proceso de abandono de las cuevas ya se habría iniciado tiempo atrás para establecerse en pequeños núcleos fuera de ellas, manteniendo tal vez aquéllas una función de refugio en situaciones especiales o sirviendo en otros casos como lugar de almacenamiento de determinados productos.
La elección de un espacio a la hora de decidir un asentamiento estable como el de los poblados protohistóricos no es algo casual. En un territorio en el que se dispone de una considerable variedad de relieves optan generalmente por cumbres o lugares elevados con respecto al entorno, provistos en algunos casos de precipicios o desniveles que dificultan el acceso.
El punto en el que se establecen, además de estar bien defendido, suele situarse sobre vías naturales importantes, quedando bajo el control visual de sus ocupantes extensiones considerables de terreno que podrían ser utilizadas en parte para desarrollar actividades diversas, principalmente de tipo agropecuario.
Esta ubicación de algunos de los poblados permite aproximarnos a lo que pudiera haber sido su forma de organizar el territorio. El valle del Oria es en este sentido un destacado ejemplo: desde cuatro puntos elevados ocupados por otros tantos poblados fortificados se puede dominar visualmente la mayor parte de la cuenca de este río. Los recintos de Buruntza, Basagain, Intxur y Murumendi, situados a distancias relativamente similares entre sí nos acercan a lo que podría ser una distribución de espacios de control en estos momentos. Por otra parte, algunos de estos poblados pueden ser vistos desde el recinto contiguo. Así, desde Basagain es posible ver claramente la ubicación de Buruntza y a la inversa; lo mismo sucede en Intxur, desde donde se distingue Murumendi.
Las alturas sobre el nivel del mar en que se levantan estos yacimientos varían entre los 868 metros de Murumendi y los 295 de Basagain. Sin embargo, su mayor o menor cota no dificulta la visión de grandes superficies al ser considerable el desnivel existente con relación al cauce del río o ríos próximos y a los terrenos circundantes. De este modo, desde cualquiera de los puntos de la muralla que rodea la totalidad del enclave del poblado de Basagain, pese a su no excesiva altitud pueden divisarse amplias extensiones de terreno.
El control del agua es también un elemento fundamental a la hora de elegir un lugar de asentamiento. Aún en las zonas en las que las lluvias son abundantes suelen optar en general por situarse en lugares en los que al menos una fuente se encuentre en el interior del recinto o en sus proximidades. La existencia de estas fuentes no excluye la recogida de agua de lluvia mediante diferentes sistemas dentro de los poblados. Con este fin, en el interior de las dos viviendas excavadas en Intxur se han localizado sendos agujeros circulares excavados en la roca del terreno de 1,70 y 0,80 m. de diámetro y 0,60 y 0,30 m. de profundidad respectivamente.
El espacio próximo a estos recintos adquiere así mismo un interés especial. La deforestación que se produce en estas zonas, tal y como lo documentan los análisis palinológicos, deja superficies libres que serán frecuentadas por los habitantes del lugar para realizar diferentes actividades. En sus movimientos habituales recorrerán una serie de caminos por los que circularán en algunos casos con carros tirados por bueyes o caballos. Aunque de momento desconocemos estas vías, conviene tener presentes los viejos caminos que se han mantenido hasta nuestros días.