El territorio guipuzcoano ofrece a las poblaciones que lo habitan un relieve relativamente variado, desde zonas de costa hasta cordales montañosos que alcanzan los 1.500 metros en la línea de la divisoria de aguas atlántico-mediterránea. Tres ríos principales, Oria, Urola y Deba, cruzan el territorio de Sur a Norte, formando otros tantos valles que se convierten en importantes ejes de comunicación. Entre estos, una serie de valles menores compartimentan el espacio ofreciendo una notable variedad de cotas y ambientes.
En estos momentos del primer milenio anterior al cambio de Era, el clima no presenta diferencias significativas con respecto al actual, siendo algo más frío, pese a lo cual los inviernos serán templados y húmedos y las cotas máximas se verán libres de nieve varias veces durante esta estación; el verano será fresco, como corresponde a un clima de tipo templado oceánico sin estación seca.
Las suaves temperaturas en los valles bajos y las escasas heladas además de las frecuentes precipitaciones, superiores en las zonas de montaña, favorecerán una vegetación abundante, caracterizada por la presencia de bosques.
En este contexto, la incidencia antrópica sobre el medio ambiente va a ser superior a la que venía produciéndose en etapas anteriores, sobre todo en las zonas más próximas a los lugares de habitación. Así, espacios de robledal mixto irán perdiendo terreno frente a formaciones arbustivas y herbáceas, helechos, y toda una serie de plantas y árboles relacionados con la presencia humana.